Desde el Comité de Solidaridad Internacionalista estamos orgullosos de invitaros, el próximo día 17, sábado, a la presentación del documental Sobre la misma tierra en el Centro de Historias (plaza de San Agustín, 2) de Zaragoza a las 17,30 horas. El documental ha sido escrito y dirigido por Laura Sipán y producido por el propio Comité de Solidaridad.
Estimados amigos y amigas,
Desde el Comité de Solidaridad Internacionalista estamos orgullosos de invitaros, el próximo día 17, sábado, a la presentación del documental Sobre la misma tierra en el Centro de Historias (plaza de San Agustín, 2) de Zaragoza a las 17,30 horas. El documental ha sido escrito y dirigido por Laura Sipán y producido por el propio Comité de Solidaridad.
El acto vendrá precedido por una cata de café colombiano y, tras la proyección y el coloquio, se servirá un vino de la tierra.
Sobre la misma tierra es un documental de 76' sobre el problema del desplazamiento interno en Colombia. Colombia es el segundo país del mundo, tras Sudán, con más desplazados internos. Según el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), desde los años 80, el número de personas desplazadas de sus hogares supera los 5 millones. A pesar de que la causa principal de este desplazamiento se ha achacado históricamente al conflicto armado interno que vive el país, un acercamiento más detallado al fenómeno, a través de sus protagonistas, revela que las causas reales tiene una naturaleza y unos actores diferentes: los intereses económicos mundiales y el despojo que están realizando de los recursos del país.
El documental está estructurado en tres actos que hacen avanzar, en paralelo y de forma aristotélica, las cuatro historias diferentes que lo componen. Dos de ellas transcurren en el campo, las otras dos ocurren en la ciudad. Se trata de mostrar el pasado y el futuro de un proceso en apariencia inevitable, el antes y el después de ese desplazamiento, la amenaza y la conclusión, lo que puede evitarse y lo que ya sucedió. A las comunidades amenazadas por el desplazamiento (las dos historias de mineros) y a los que ya sufrieron al desplazamiento interno (las dos historias de ciudad).
Con la estructura de Sobre la misma tierra se busca que los protagonistas desgranen sus vidas de modo que, al final del último crédito final, el espectador haya entendido, haya sufrido y se haya emocionado con sus sueños.
El documental Sobre la misma tierra se enmarca dentro de la Campaña contra el Despojo en Colombia que está llevando a cabo la Red de Hermandad y Solidaridad con Colombia (RedHer, www.redcolombia.org).
Las historias que componen Sobre la misma tierra.
Serranía de San Lucas. El campo. Dos historias de buscadores de oro
A pesar de que Colombia no se encuentra entre los 8 principales productores de oro, las reservas mineral del preciado mineral se estiman como unas de las más altas del planeta. Desde hace más de treinta años, mineros artesanales han extraído oro en las principales zonas mineras (Antioquia, Bolívar, Cauca y Nariño).
Apenas una década atrás, las multinacionales mineras de oro entraron a trabajar en el país. En la actualidad, seis de las diez principales empresas mineras mundiales de oro operan en Colombia. Además del impacto social que deja a cientos de familias sin casa ni empleo, la minería de oro a cielo abierto es una de las extracciones más dañinas para el medio ambiente. Hoy en día, Colombia es el segundo país con mayor diversidad ecológica del mundo, tras Brasil, y el primero en número de especies de aves, pero toda esa biodiversidad, obviamente, está en peligro. Por ejemplo, la megaminería de oro en alta montaña necesita 1.000 litros de agua por segundo para la obtención de un solo gramo de oro, es decir, en un día de explotación se usa la misma cantidad de agua que consume una ciudad de 600.000 habitantes en un día. Además, la minería a cielo abierto contamina el aire por el polvo y deja tras de sí suelos estériles, o tóxicos por el cianuro, que terminan secando los recursos hídricos de la zona.
Las historias de que narramos muestran cómo han operado esas empresas en las zonas donde tradicionalmente los mineros artesanales habían buscado oro, las relaciones entre unos y otros, y cómo en esas montañas lejanas, ocultas de los ojos del mundo, y de sus leyes, los derechos humanos no tienen validez. Sus protagonistas, mineros artesanales que se resisten a abandonar sus tierras frente a las presiones de las empresas multinacionales (Anglo Gold Ashanti, Greystar Resources, CVS Exploration, Gold Corp, Río Tinto Limited, Cambridge Mineral Resources, De Beira Goldfields, entre otras), sufren el abandono del estado colombiano y las masacres de los grupos paramilitares, con relaciones probadas con el narcotráfico, políticos y empresas multinacionales.
Los buscadores de oro son hombres y mujeres humildes, capaces de leer la tierra y entenderla, de bajar a sus enfermos en camilla caminando todo un día, de construir con picos de hierro las carreteras y escuelas que el estado colombiano prefiere olvidar. Ellos nos mostraran los condicionantes que tienen para seguir trabajando una tierra que les pertenece y las presiones que les pueden llevar a desplazarse a los cinturones de miseria de las grandes ciudades.
Cali. La ciudad. Los dos huecos del desplazado
Millones de personas huyen por miedo, por la violencia de los grupos armados del conflicto, por hambre, por desconsuelo y soledad gubernamental de sus campos, de sus costas y llegan a las ciudades como por inercia o siguiendo algo de ese extraño sueño que se contagia y desvanece por todo el planeta. Huyen como campesinos y llegan como desplazados, con el mismo hambre, con el mismo miedo, con mucha más desolación.
Colombia es uno de los países del mundo con mayor desigualdad social en el reparto de riqueza según el índice Guini. Esto puede constatarse en cualquiera de sus ciudades, donde extensos cinturones de pobreza se extienden en sus afueras y llegan a ser más grandes, y con mayor número de población que la propia ciudad.
Las dos historias de desplazados urbanos las grabamos en Cali, la gran ciudad colombiana de la zona suroccidental. Hasta Cali han llegado millones de refugiados por causa de la violencia del conflicto armado, pero también del narcotráfico, el paramilitarismo y las grandes plantaciones monocultivo de palma aceitera y las minas de cielo abierto. Las cifras oficiales tasan el desempleo en torno a un 20% de la población, pero las organizaciones de derechos humanos y sindicatos cifran en un 80% la población que no tiene ingresos fijos y viven de lo que denominan “rebusque”, salir a ver qué sale cada día. Esta circunstancia se ceba especialmente en los refugiados internos, normalmente campesinos y campesinas sin ninguna preparación académica reglada a los que sólo queda la mendicidad, el rebusque en las basuras, el narco o el sicariato para ganarse la vida.
Estas son las circunstancias en la que se mueven las dos historias que transcurren en Cali. En la primera de ellas, nuestros personajes son adolescentes de entre 14 y 16 años que sueñan con ser futbolistas. Es su manera de escapar, aunque sea por momentos, de la violencia de su entorno. Son desplazados de segunda generación, hijos de desplazados. Sus padres se fueron de sus tierras por miedo, o por hambre, o por el robo de sus tierras, o por todas las cosas juntas, y llegaron a esos barrios suburbiales cargando muy pocas posesiones pero alguna esperanza.
La realidad es que se encontraron con ninguna salida laboral, sin ingresos, y sin posibilidad de dar a sus hijos ni educación ni salud, ya que el estado colombiano no provee de ninguno de esos derechos. Esos adolescentes crecidos sin madurar sueñan con sus canchas de fútbol diarias y aunque juegan en equipos profesionales de la ciudad no pueden ir a entrenar cada día porque la buseta cuesta 1 euro entre ida y vuelta, 2.600 pesos colombianos, justo el dinero para comer. Son sus conflictos diarios. A través de ellos conoceremos la realidad de los menores desplazados.
Nuestra otra protagonista, Tarcila, vive con sus tres hijos en 25 metros cuadrados distribuidos en dos plantas. Tarcila dejó su casa en la Costa Pacífica por la presión de los grupos paramilitares y se fue a los barrios de desplazados de Cali. Su día a día es muy complicado pero tiene mucha energía. Se despierta a las 4 de la mañana para dejarlo todo preparado en la casa. A las 6 se va a trabajar como asistenta de hogar y vuelve a casa por la noche. Sin embargo, Los sábados trabaja sólo hasta el mediodía porque luego va a una escuela sindical toda la tarde para sacarse el bachillerato. Tarcila se ha integrado en las organizaciones sociales que luchan por autogestionarse para mejorar sus condiciones de vida. Ello hace que sean tildadas de guerrilleros por las fuerzas del orden en numerosas ocasiones.
Tarcila nos mostrará la capacidad de superación del ser humano, cómo la unión y la organización hacen la fuerza, las posibilidades de encontrar la dignidad y la esperanza en medio de las condiciones más adversas.
Créditos y ficha técnica
Sobre la misma tierra
Documental, 76 minutos.
IDEA ORIGINAL: Comité de Solidaridad Internacionalista (ZARAGOZA)
DIRECCIÓN Y FOTOGRAFÍA: Laura Sipán (ZARAGOZA)
PRODUCCIÓN: Mario de los Santos (ZARAGOZA)
EDICIÓN: Emma Tusell (MADRID)
SONIDO DIRECTO: Maribel Becerra (COLOMBIA)
POSPRODUCCIÓN DE SONIDO: José Manuel Huerta (Laboratorio Audiovisual de Zaragoza)
CORRECCIÓN DE COLOR: Gonzalo Pérez (ZARAGOZA)
DISTRIBUCIÓN: Tropo Editores (ZARAGOZA)
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