La vida prevalece sobre la muerte

Julián Gil
Preso Político
Congreso de los Pueblos

La vida prevalece sobre la muerte, los sueños sobre las imposiciones, la libertad sobre las
cárceles, la lucha sobre las injusticias.
Camilo Torres Restrepo un sujeto que vivió su vida amando la vida, fue conducido por sus
profundas convicciones humanistas a ver los límites de lo humano. De la solidaridad con
los más necesitados, el servicio de sacerdotal, la identificación de clase, a la comprensión
de la lucha como único camino para defender la dignidad.
Han pasado 53 años de la desaparición física de Camilo, tiempo en que los frutos de su
siembra los hemos visto nacer en los barrios marginados de la ciudad, las universidades
públicas, las veredas y las montañas colombianas. Ha habido varias interpretaciones de su
paso por la lucha popular, desde las que le simplifican como sacerdote a las que lo
magnifican como guerrillero, sin embargo,
pienso que su vida es posible reafirmarla no
en un punto medio, sino en un punto superior a ambas opciones, que tiene que ver con
percibir y actuar con profunda humanidad en todo momento.
Reflejada en sus claras
acciones que aún tienen eco en nuestra historia reciente, y que se hacen un punto referencial
en la comprensión misma del devenir de las luchas en el país, el continente y el mundo.
Estas acciones abren camino a la Teología de la Liberación como opción cristiana, en donde
se busca traer el rostro de dios al rostro tiznado del minero, el campesino, el vendedor
ambulante o el estudiante, y arrancarlo del rostro del banquero, el rey, el hacendado o el
militar, lo que tiene claras consecuencias en la confrontación con los poderes establecidos,
en tanto que las jerarquías como orden impuesto para la dominación de la sociedad develan
su caducidad y su vulnerabilidad ante los avances empoderados de las mayorías. En esta
comprensión teológica es la visión de humanidad, la que toma el lugar central, no la
institución como dios, sino el sujeto como parte de la creación de dios e imagen misma del
ente creador. De aquí que defender a los empobrecidos y marginados por las instituciones
burocráticas de los Estados, refiere necesariamente a defender a Dios y a su dignidad.
Movido por este afán de organizar y luchar, el mismo que a muchos hoy nos mantiene
vivos, es lo que le permite a Camilo comprender que no hay otro camino distinto al de
luchar sin tregua alguna. Y en estas tierras de Bolívar, Martí, Mariátegui, Cien Fuegos,
Fidel, el Che, Azurduy, Berta Cáceres, Carlos Pedraza, y las miles que han luchado sin
descanso, se hace también urgente comprender que no hay recetas, ni cánones únicos para
avanzar en los procesos de transformación de la sociedad; más lo que si puede identificarse
en estas opciones es la profunda comprensión de la acción transformadora del amor, y de la
necesidad de que el amor sea eficaz para forjar cambios en la sociedad. Es este amor,
característica fundamental de una nueva sociedad, contrario al Leviatán que emerge y se
hace fuerte en el capitalismo. En este sentido ni la muerte, ni la cárcel son límite para la
acción transformadora del amor profesado por los cambios y las transformaciones, pues son
las semillas sembradas las que ejercen como sujetos de cambio en la historia, así Camilo
como muchas más, alcanzan su mayor brillo al encontrarnos con los efectos de sus
acciones, no en su persona misma, sino en los cambios que han propiciado a su paso.
Romper las cadenas y sembrar la rebeldía se hacen entonces la muestra de amor y
coherencia más alta con la misma humanidad, pues las cadenas provienen de los regímenes
jerarquizados que buscan controlar y anular todo lo que va más allá de sus alcances, es
decir de la conciencia histórica. Y la rebeldía por su parte es la esencia misma de nuestra
humanidad; sembrar rebeldía significa entonces sembrar humanidad, y romper las cadenas
impuestas es el mejor reflejo del amor.
Decir hoy
¡Camilo Vive Carajo!
, es saber que nuestros esfuerzos no tienen descanso
cuando se trata de cambiar el oprobioso orden establecido, así los regímenes que se
levantan como expresión imperial, y la vuelta a la derecha de los gobiernos, tienen sus días
contados, pues muy seguramente la fuerza de los pueblos, como la ira de los ríos que se les
impide su cauce, arrasarán con los diques y los muros que no les permiten ser y dar vida.
Esa fuerza que la misma historia va forjando como partera los cambios, contraria a la fuerza
de la modernidad capitalista que asfixia con el liberalismo cualquier forma de utopía.
La expresión de esta fuerza se encuentra en las calles, no pasa un día sin que no se haga
sentir la inconformidad, y el desacuerdo con los órdenes establecidos, ni los medios que
buscan controlar el acceso a la información y ejercer un control ideológico, logran
apaciguar la ira silenciosa de millones. Las calles, los buses, los restaurantes, las cárceles,
las universidades y hasta el mismo silencio, son testigos de la crisis del sistema, y de la
incontenible fuerza de la conciencia que busca organizarse.
Fuerza que desemboca en organización, y que dialécticamente se adecua a los tiempos
cambiantes, de donde se plantean así mismo grandes desafíos para no desfallecer, en clave
de la actualización de los paradigmas de la lucha popular, y la confrontación con los
poderes que con el trasegar de la historia siguen presentes en la sociedad. Así, siguiendo
algunos análisis realizados desde el ALBA movimientos, se postulan los siguientes desafíos
para el movimiento popular:
a)
Superación del carácter reivindicativo de las luchas y el paso a las luchas por el
empoderamiento.
b)
Fortalecer organizativamente los procesos de base en la construcción y
reconstrucción del tejido social.
c)
Impulsar la unidad popular en la articulación de los diversos sectores de la sociedad,
que permita enfrentar el modelo civilizatorio de capital que ejerce su presión
estructural a través del capital, el patriarcado, el racismo – colonialismo.
d)
Discutir y construir un proyecto social, comunal,
feminista
y autogestionario.
e)
Generar mecanismos que superen el cerco mediático y de la batalla ideológica.
f)
Resemantizar y reconstruir las banderas comunes de lucha.
La vigencia del actuar de Camilo en Colombia se reconoce en que las condiciones
materiales contrarias a la vida digna que él vivió, hoy se encuentran agudizadas y se han
hecho parte del diario vivir, normalizadas y acentuadas en el diseño de un proyecto humano
individualizado. De acá que los esfuerzos que se hagan deben también pasar por una
renovación y actualización, que toque de forma directa las conciencias alienadas y
encapsuladas en las luchas individuales. La transformación de la sociedad exige como lo es
posible evidenciarlo en el acontecer del continente y el mundo, más que el seguimiento de
una formula ideológica o política, la reconstrucción de la esencia de la humanidad, en tanto
cooperación, solidaridad, sororidad, cuidado y respeto por la vida en todas sus expresiones,
en suma, refiere a poner en ejercicio el “amor eficaz”, que transforma y concreta cambios
para vivir una vida en dignidad, lo cual significa una ruptura con los poderes que subyacen
a los proyectos políticos, tal como el patriarcado, la burocratización de las luchas y la
organización estatal que segrega y excluye.
De forma que propendamos hoy por la construcción de proyectos comunitarios feministas,
autogestionarios, que, en el ejercicio de su reconocimiento cultural e histórico, se auto
determinen y avancen en la articulación de proyectos de nación, que busquen más allá de
hacerse a un poder estatal, construir poder desde la base y que anclados en los territorios
estén dispuestos a construir y defender los territorios.
En definitiva, la lucha popular y el compromiso en lograr que el amor genere
transformaciones eficaces sigue vigente, y urgente en la comprensión de que la vida
prevalece sobre la muerte.

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