04/03/2018
Las movilizaciones y la huelga para el Día Internacional de la Mujer están convocadas en más de 150 países por una sociedad más justa e igualitaria. Éste es sólo uno de los datos que convierten en única esta convocatoria.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se ha convocado una huelga nueva, inédita, una huelga de las mujeres, que grita quererlas «libres, vivas, feministas, combativas y rebeldes». Así, se hace un llamamiento a secundar los paros, para todas las mujeres que puedan y por todas las mujeres que no. Pero, ¿sabes en qué consiste y qué significa esta huelga feminista, y por qué no es como las demás?
Las movilizaciones y la huelga están convocadas en más de 150 países, por lo que se trata de un paro internacional de mujeres. En 2017, ya en varios lugares, como Polonia o Argentina, se inició un movimiento en pro de esta iniciativa. Entonces, en España y otros 57 países se convocaron paros entre las 12.00 h y las 12.30 h. Este 8 de marzo, sin embargo, se pretende conseguir ampliarlo al total de la jornada.
¿Quiénes están llamadas a hacer huelga?
Todas las mujeres están llamadas a la huelga. La huelga feminista no es una huelga al uso, no solo afecta a las fábricas, oficinas o despachos: se conforma como una llamada contra cualquier tipo de violencia que viven las mujeres por ser mujeres con el fin de demostrar que, si ellas paran, se para el mundo. Por lo tanto, las incluye a todas. A las que tienen empleos remunerados y a las que trabajan en su casa o en las de otros, a las que cuidan niños, mayores, o personas dependientes, a las de las ciudades, a las de los pueblos, a las de todos los orígenes, a las de todas las identidades. A todas ellas, esta huelga las invita a parar, a dejar por unas horas de sacarlo todo adelante para que la sociedad se dé cuenta del valor que aportan.
¿Qué significa una huelga feminista?
La huelga del 8M es feminista porque no es una huelga al uso, no se limita a una huelga laboral. En primer lugar, la del 8M es una huelga de cuidados, una huelga del trabajo doméstico, del soporte emocional. El 8M se propone que las mujeres dejen de realizar todas esas actividades, tan invisibles, muchas veces no pagadas y de las que suelen encargarse ellas. Se trata de hacer ver que, sin todo ese trabajo silencioso, el resto del mundo se cae, y es necesario ponerlo en valor.
La convocatoria implica, también, una huelga de consumo, es decir: llama a no ir a comprar ese día para denunciar que los cuerpos de las mujeres no son reclamos de consumo, y la tiranía estética a la que las somete el mercado.
También es una huelga laboral que quiere poner sobre la mesa desigualdades como son la brecha salarial, el ‘techo de cristal’ —las dificultades extra que tienen las mujeres para alcanzar puestos de dirección—, la precariedad laboral de las mujeres, las jornadas reducidas impuestas o la feminización de la pobreza.
Del mismo modo, están llamadas a la huelga todas las mujeres del sector educativo para reclamar «una educación pública, laica y feminista».
La lucha por la emancipación de la mujer debe ir de la mano de la lucha para acabar con la propiedad privada, por el derecho a la tierra y el territorio, por la reforma agraria, contra las transnacionales, contra los transgénicos, contra los plaguicidas, por el fin de las mineras, etc. Un cambio estructural no es un cambio de poder. Debe ser el portador de una sociedad que necesita ser construida en la realidad objetiva que vivimos, aunque la plena realización del proceso de emancipación sobre otro contexto. Las mujeres experimentan rutinariamente una doble dominación: la explotación de clase y la opresión de género. Y cuando las mujeres participan en la lucha y se organizan en movimientos, ya sea mixtos o de mujeres llevan estas determinaciones socialmente construidas.
En la medida en que toman conciencia de clase y condición de género, las mujeres se dan cuenta de que su contribución histórica ha sido la de confrontar el modelo capitalista y la destrucción radical del modelo patriarcal que subordina a las mujeres mediante la imposición de patrones de comportamiento y el dominio de su cuerpo.
Por eso gritamos: Sin feminismo, no hay Socialismo!
El patriarcado, Relaciones de Género y la Sociedad de Clases
El patriarcado es un sistema estructural de dominación de la propiedad privada y de sociedad de clase. Su desarrollo histórico está vinculado a la ruptura de las relaciones sociales con experiencia en las sociedades primitivas en las que las relaciones de género eran muy diferentes de las que se toman como norma en la sociedad actual.
La apropiación del trabajo ajeno, el enfrentamiento a las formas de cooperación para la supervivencia y el cambio en el lugar prominente que la mujer ocupaba en estas sociedades, eran condiciones fundamentales para la estructuración de la explotación en las sociedades de clases.
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