La Gabarra: memoria de un pueblo marcado por la violencia

22 ago. CI.- “Aquí en la Gabarra aprendí a llorar de tanto ver cosas”, relataba con dolor contenido Josías Buitrago, un reconocido profesor del corregimiento La Gabarra –Tibú– (Catatumbo), quien vivió en carne propia la violencia de los paramilitares en esta subregión, y que hoy día aún llora a sus amigos, vecinos, estudiantes cuya luz de vida fue apagada hace 20 años por cuenta de una guerra que aún no termina.

Eran las 5 am y más de 400 personas se conglomeraban para conformar la alborada que al son de la banda estudiantil que el profe Josías organiza, caminarían por las deterioradas calles del corregimiento, para conmemorar a las víctimas que enlutaron a cientos de familias aquel triste 21 de Agosto de 1999, y cuyas secuelas aún se vivencian en aquel territorio rodeado del río Catatumbo, un río que calla el número de víctimas reales de la masacre pues se dice fueron 35, pero hay otros que afirman haber visto cadáveres ultrajados siendo arrojados en esta fuente hídrica.

Durante la conmemoración se realizaron dos murales en alusión a la masacre.

La marcha que recorrió la mayoría del lugar, conformado por más de 4.000 habitantes, fue la inauguración de una jornada de conmemoración llena de memoria, resistencia, lágrimas y alegrías y de la cual hicieron parte organizaciones sociales y habitantes de la región Nororiente, quienes se solidarizaron con La Gabarra, pero también le enviaron un mensaje de Paz al país.

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La marcha que duró alrededor de hora y media, transcurrió con total normalidad.

La Gabarra, un corregimiento que no olvida

Según las versiones dadas por distintos paramilitares, entre ellos alias “Mancuso” y Castaño, el objetivo era apoderarse del municipio Tibú, y para ello una de las primeras estrategias sería sembrar el terror en La Gabarra; la orden de imposición de una autoridad en el Catatumbo fue escrita con sangre por parte de las Autodefensas Unidas de Colombia –AUC-, la misma que tiñó durante el año de 1999 a La Gabarra.

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Fueron masacres continuas desde mayo de aquel año, que se concentraron principalmente en las carreteras, en complicidad con el ejército colombiano. Según los reportes oficiales, en Agosto ya había un saldo de 77 personas asesinadas en Tibú, La Gabarra y municipios aledaños. Sin embargo, fue la noche 21 de Agosto, la más cruenta de todas: luego de que el Ejército ordenara retirar el retén permanente, y también a los militares no salir de las bases con argumentos falsos, 150 paramilitares apagaron las luces de todo el corregimiento de La Gabarra para iniciar el fatal e histórico exterminio.

El excomandante del Batallón Contraguerrilla nº 46, teniente Luis Fernando Campuzano fue condenado como coautor la masacre La Gabarra a 40 años de prisión según la sentencia de la Corte Suprema de Justicia del 12 de septiembre de 2007.

“No solo el Catatumbo si no todo el país ha sufrido todo este flagelo (…), la masacre en estos momento no ha pasado a ser parte de la historia de este país. Actualmente hay más de 400 líderes asesinados en el país… es ahí donde está la preocupación”, reclamaba José de los Santos Pedraza, miembro del Comité de Integración Social del Catatumbo –CISCA-, durante la conmemoración de la masacre.

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Después de 20 años de esta sangrienta incursión, bajo el ardiente sol las víctimas fueron recordadas simbólicamente el pasado 19 de agosto en el parque central del corregimiento, donde amigos, familiares y personas que solidarizaron con la conmemoración recordaron a sus seres queridos, en las distintas actividades que se apropiaron del espacio, a modo de protesta, a modo de llamado para seguir fortaleciendo la memoria y continuar construyendo la paz.

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“Cuando fuimos los profesores a Cúcuta, él era uno de los que nos cocinaba a nosotros los profesores. A él lo sacaron de la casa, llegaron los paramilitares, mandaron a poner música de Darío Gómez a todo volumen y lo mataron los paramilitares, y ellos hicieron comando ahí en la casa, al rato mandaron a hacer un sancocho y el señor ya muerto, y la señora no sabía…”, recordaba el profe Josías la muerte de José Vargas, mientras recorría la Galería de la Memoria.

Galería de la Memoria

Durante el desarrollo del evento las lágrimas fueron inevitables en sus diferentes momentos, como cuando con las manos dadas a modo de hermandad entre quienes participaban, sonaba la canción ‘Que se vayan ellos’ de Piero para no olvidar que el pueblo grita: “basta de muerte basta”.

Finalmente, la jornada también contó con una obra de teatro, declamación de poemas, mística, arengas, y reflexiones que a su vez se complementaban con las diferentes exposiciones alrededor de la plaza que fueron realizadas por diferentes artistas y organizaciones sociales.

«De los muertos reconocidos y anónimos que las comunidades han sido obligadas a enterrar en soledad y con el transfondo del silencio cómplice del Estado colombiano (…) JuntaCadáveres es al mismo tiempo la imagen de destrucción, del deteriorio, del olvido y la deshumanización del ser humano«, rezaba la exposición participante JuntaCádaveres.

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La luz por la vida

La luz simboliza la esperanza, la resistencia al olvido, la iluminación de la lucha de aquellos que ya se fueron pero que no murieron y aún están en la memoria del territorio y en quienes lo habitan.

La luz simboliza a aquellas mujeres víctimas de tragedias inhumanas como la de Neli Durán, quien ha vivido todo tipo de vulneraciones por cuenta del conflicto armado desde 1988, cuando a su primo fue asesinado con motosierra, como cuando en 1989 la intentaron secuestrar estando con su hija de ocho años, la misma que murió en el 2005; en el 2007 asesinan a su compañero sentimental víctima de un falso positivo así como también su otro hijo lo fue a la edad de siete años. Después de todo, la pesadilla no se detiene, debido a que hoy día está amenazada en su vereda, pero se atreve a alzar su voz para reclamar la dignidad de la lucha social.

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«Las mujeres no debemos callar, las mujeres deben seguir luchando, no callemos el feminicidio de mujeres y niñas, hoy día no hay respeto para nadie (…), llamo a todos a que no miremos razas, a que queramos tanto a nuestro pedacito de tierra llamado Catatumbo«, exclamó Durán.

Por mujeres como ella, por los hombres, por los niños y niñas, por la juventud violentada y desangrada a raíz de una disputa que cada día parece tomar más fuerza, aún cuando en contraste escasamente se implementan los Acuerdos de Paz establecidos en 2019 entre las Fuerzas Revolucionarias de Colombia -FARC- y Gobierno, La Gabarra finalizó con una velatón durante la noche de la misma jornada de conmemoración, mientras los habitantes observaban desde sus ventanas, su trabajos en silencio, con nostalgia, con rabia.

Más de 300 personas hicieron parte de la velatón, que culminó en el parque principal.

Catatumbo, territorio de disputa

Catatumbo ha sido históricamente uno de los territorios con más disputas de poder a nivel político, social y ambiental, situación que ha profundizado la violencia y la reconfiguración de actores armados ilegales y entidades como las multinacionales, quienes en complicidad con el Gobierno buscan despojar y desarraigar a los campesinos y a los indígenas que habitan allí. Según la Unidad paras las Víctimas, alrededor de 40.000 personas han sufrido de desplazamientos forzados; se ha reportado más de 180 desapariciones, 17 casos de reclutamiento forzado y más de 1.000 personas amenazadas, desde el 2016 hasta el presente año.

Lo cierto es que los habitantes del Catatumbo auguran la retoma de los grupos armado ilegales como el paramilitarismo, la agudización de enfrentamientos entre el Ejército Nacional de Liberación -ELN- y el Ejército Popular de Liberación -EPL-, la profundización del modelo extractivista como directriz del Gobierno de Iván Duque y por lo tanto el saqueo de los recursos ambientales y el despojo de campesinos e indígenas, mientra del otro lado se fortalece las esperanza de Paz y vida digna.

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