El macabro lienzo del paramilitarismo colombiano en el mundo: Made in USA

por: REDHER

Yahir Klein, primer instructor de lo que serían las Autodefensas Unidas de Colombia y hoy llamado el Clan del Golfo, o como les gusta decir a ellos, el Ejército Gaitanista de Colombia, pronunció una vez, y con naturalidad: “Todo lo que Estados Unidos no puede hacer, porque le es prohibido intervenir en asuntos de gobiernos extranjeros, lo hace, por supuesto que sí, pero por medio de otros. Obré con licencia y permiso en Colombia”. En ese entonces, Klein, junto a Tzadaka Abraham y Teddy Melnik fueron contratados por el “Cartel de Medellín con la mediación de Yitzhat Shoshani representante en Colombia de la industria militar sionista y representante de Hal Cal, empresa contratista del Ministerio de Defensa Israelí” (Peñaranda, 2024).

El apoyo fue mutuo, un tipo de intercambio. En 1982 el Batallón Colombia marchó al Sinaí como parte de la Fuerza Multinacional y de Observadores junto a Estados Unidos, Francia, Reino Unido y otros países. Con un discurso de “mantener la paz” (la paz para los israelís y en menor medida para los egipcios), su tarea consistía en establecer la seguridad perimétrica en el campo norte de la zona C del Sinaí (unos 4.400 kilómetros cuadrados) y proteger las instalaciones del cuartel general de la Fuerza Multinacional de Paz y Observadores (MFO). Según el General Sergio Mantilla en una entrevista del periódico El Tiempo, Colombia tuvo 12,000 soldados en la región del Sinaí en sus primeros veintinueve años de presencia en la región (Lima, 2013). La última nota publicada en los medios hegemónicos fue al fin de diciembre del 2023, anunciando un cambio de mando en esta fuerza, a los cuarenta y un años de su presencia ahí, ya en medio del genocidio israelí contra Palestina. Hasta la fecha, el Batallón Colombia se mantiene activo.

El triángulo entre los Estado Unidos-Israel-Colombia fue orientador, financiador, capacitador y proveedor de apoyo logístico para el resurgimiento del paramilitarismo en los años 80s pero el vector estados unidos -paramilitarismo es más viejo. Renan Vega Cantor recuerda: “En el año 1962 vino una misión militar (de los Estados Unidos) a Colombia que sacó una serie de recomendaciones: una de las centrales fue la de crear grupos paramilitares, para matar a todos aquellos denominados en aquel momento como “comunistas”, lo que incluía a dirigentes sindicales, campesinos, estudiantiles, a cualquiera que tuviera una postura crítica ante el establecimiento (Cantor, Renán Vega Cantor: “estamos en el tercer ciclo de una guerra que nunca terminó”, 2022).

Vega Cantor enfatiza que los gobiernos de los Estados Unidos valoraron de manera muy positiva esta estrategia que borró la frontera entre lo legal y lo ilegal, lo público y lo privado, lo nacional y lo internacional. El paramilitarismo se hizo tan central a la estrategia militar contrainsurgente “colombiana” que en 2001 Human Rights Watch recogió la frase usada por nacionales en todo el país para nombrar el paramilitarismo: “La sexta división”. Los testimonios recogidos por esta institución de derechos humanos recalcaron que el ejército colombiano formalmente tenía cinco divisiones, pero en la realidad, el paramilitarismo era una sexta división. Estados Unidos lo consideró tan exitoso que lo convirtió en un eje de su trabajo internacional.

Desde entonces, hay un largo y amplio trayecto de la colaboración de paramilitares colombianos en proyectos impulsados y/o apoyados por los Estados Unidos en distintas partes del mundo. Su participación ha sido documentada en lugares tan remotos como Yemen o Ucrania y tan cercano como México, Honduras, Panamá, Brasil, Ecuador y Perú.

Hilos neoliberales: empresas de mercenarios prefieren colombianos

En 2014, un artículo del New York Times reveló la participación de un contingente de colombianos contratados por los Emiratos Árabes Unidos, descrito por el asesor de seguridad nacional en los Estados Unidos, Richard Clarke, como “el mejor aliado contra el terrorismo en el Golfo (Pérsico)”. Según el Times, el formato original de este contingente fue manejado por una empresa privada vinculado a Erick Prince, fundador de la más conocida empresa de mercenarios, Blackwater Worldwide, pero eventualmente fue trasladado al gobierno emirato. “Los mercenarios son una opción atractiva para los países ricos que desean hacer la Guerra, pero cuyos ciudadanos no quieren pelear” dijo Sean McFate…autor de El Mercenario Moderno. “La industria militar y privada es global ya”. Agregó que los Estados Unidos “legitimó” la industria con su dependencia a los contratistas en Iraq y Afganistán durante más de una década de guerra. “Mercenarios de América Latina son un signo del futuro”. Según el Times, los Emiratos Árabes Unidos reclutaban a los colombianos con especial esmero por su experiencia en guerra contrainsurgente (Mazzetti, 2015).

Aunque los mercenarios han existido a lo largo de la historia militar de la humanidad, las Compañías Militares y de Seguridad Privadas (CMSP) son el fruto de un proceso de institucionalización de los mercenarios, acompañado de unas nuevas lógicas neoliberales…” Se estima que en el mundo hay 300.000 compañías, tanto militares como de seguridad, y que termina siendo difícil distinguirlas en la práctica (Rendón, 2015). 

Algunas de estas empresas comenzaron a estrechar relaciones en el país en los años 80s pero sus operaciones en el país se multiplicaron por creces en el contexto del nacimiento del Plan Colombia. “Tan solo el año pasado (2002) estas compañías recibieron más de 150 millones de dólares en pagos por operaciones en el país. Es decir, casi el 50 % de los 370 millones que E.U. dedicó a Colombia durante el 2002 para financiar operaciones militares y policiales, cayeron en sus manos” (Maseri, 2003). Las empresas que recibieron múltiples y jugosos contratos incluyeron a Lockheed-Martin, Military Professional Resources Incorporated y Irinc Inc. (Rendón, 2015).

“Las compañías mencionadas y tenidas en cuestión corresponden a las Military Consultant Firms y las Military Support Firms, están ligadas a la seguridad y residen por fuera del conflicto y el combate directo, lo que no quiere decir que no intervengan, mientras que Spearhead corresponde a la denominada Military Provider Firms que entrenan y facilitan directamente las labores en el campo de combate. Las CMSP y los actores no estatales dentro del conflicto colombiano, entendiendo que tanto personas, como grupos ilegales y multinacionales entran a hacer parte del conflicto y contratan, por diferentes razones…de la misma forma, Dyncorp, Lockheed-Martin, Telford, DRS, entre otras han puesto sus esfuerzos en entrenar, formar y prestar todos sus equipos para el fortalecimiento y el mejoramiento de las capacidades del soldado, de la estructura jerárquica y de las capacidades tecnológicas y logísticas de todo el común de la Fuerza Pública”. (Rendón, 2015)

Seguramente estas relaciones han sido importantes a la hora de buscar colombianos para entrañar las redes internacionales que llevaron a exmilitares como Germán Alejandro Rivera García y sus veintiséis paisanos a torturar y matar al presidente de Haití, Jovenel Moïse, en 2021. Según la esposa de Rivera García, él fue contratado por una empresa llamada CTU Security para realizar esta tarea. “El exmilitar conocía a varios integrantes de esa compañía desde hace unos diez años, pues en su actividad en el Ejército se los cruzó en ejercicios de entrenamiento”. (Mejía, 2023)

Hilos actuales: Mercenarios colombianos en Ucrania

Los mercenarios colombianos que luchan con las tropas ucranianas, a favor de la OTAN, han ganado la mirada de la prensa internacional en la actualidad. Se conoce que son exmilitares retirados que se seducen por “una buena paga” pero también son motivados por “convicción en contra del comunismo», en referencia a Rusia y sin comprender las dinámicas políticas actuales de este país.

Como dice Cristian Galindo, periodista de Sputnik Mundo: “Estas opiniones también pueden basarse en pensamientos radicales que se asocian a los grupos paramilitares de la extrema derecha colombiana, lo cual encaja muy bien con el nazismo ucraniano. «El paramilitarismo en Colombia está muy vinculado a una corriente política también neonazi, que es el ‘uribismo’, por lo que podemos ver una articulación ideológica entre neonazis de Ucrania y Colombia», detalló el firmante de paz y vocero en los diálogos de La Habana, Andrés París. (Galindo, 2023)

En este caso, las contrataciones no pasan por una empresa privada, sino que se realizan directamente con la Legión Internacional de Defensa Territorial de Ucrania, una unidad militar ucraniana creada a petición del presidente Zelenski en febrero del 2022.

Hilos invisibles: paramilitares al servicio de los terratenientes

Distinto fue la participación de los paramilitares colombianos en Honduras en el marco del golpe de Estado del 2009. El grupo de trabajo de la ONU sobre el uso de mercenarios dijo que «información disponible hasta la fecha» sugirió que propietarios de tierra contrataron a cuarenta ex miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia como guardias. “Fueron reclutados por propietarios de tierras en Honduras tanto para su protección personal como la de sus propiedades». El documento añade que algunas fuentes de información «mencionan la existencia de un grupo de ciento veinte paramilitares de varios países» de América Latina «para apoyar el golpe de Estado» y en previsión de «actos de violencia» (Mundo, 2009). Según Juan López, líder social y defensor de su territorio en Tocoa, Honduras, en una conversación días antes de su asesinato el 14 de septiembre recién pasado, “se ha sostenido que Corporación Dinant y demás consorcios empresariales que dieron golpe de Estado en 2009 han traído colombianos, chilenos e israelís y lograron que fuera mediante relaciones entre gobiernos” (López, 2024).

Hilos vecinos: paramilitares para tumbar al gobierno venezolano

En 1998, como parte de su trabajo promocional del Plan Colombia en los Estados Unidos, el ya fallecido senador Paul Coverdell anunció que «para controlar a Venezuela es necesario ocupar militarmente a Colombia» (USB, 2012). Y era claro que controlar al territorio con las mayores reservas petroleras en el mundo, un 18 % de las reservas del planeta, cabía dentro del concepto de seguridad nacional de los Estados Unidos.

En ese mismo año, Hugo Chávez ganó la presidencia y el ascenso de la Revolución Bolivariana cambió la geopolítica de las Américas. Sumado al deseo de controlar los recursos naturales de Venezuela, estaba el deseo de tumbar al gobierno que anunciaba la construcción de una verdadera soberanía.

De los muchos intentos de magnicidio contra Hugo Chávez y posteriormente contra Nicolas Maduro, la mayoría de atentados tenían en su seno agrupaciones de paramilitares colombianos. El caso de la Operación Daktari (2004) fue uno de los primeros casos. A dos años del fallido golpe de Estado en ese país vecino, ciento cincuenta y tres paramilitares colombianos fueron detenidos por intento de magnicidio. La investigación arrojó que el jefe de la operación, el “Comandante Lucas”, fue colaborador directo del exjefe de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Salvatore Mancuso.

En 2019 en el concierto, “Venezuela Live Aid”, que más que un acto artístico-cultural formaba parte de una operación política-militar contra el gobierno bolivariano, Juan Guaidó, el entonces “autoproclamado presidente” y principal figura de la oposición proimperialista se dio gusto tomándose fotos con reconocidos líderes de la Banda Rastrojo en la frontera de Cúcuta.

El caso más paradigmático fue la Operación Gedeón en mayo de 2020, otro intento fallido contra Nicolás Maduro, a fin de capturarlo y entregarlo a los Estados Unidos. Llegó a tal grado el escándalo que era imposible esconderlo, el entonces fiscal, Francisco Barbosa, un hombre nada alejado de las motivaciones ideológicas detrás de la operación, fue obligado a pronunciarse y actuar:  «Con el fin de capturar a miembros del Gobierno de Nicolás Maduro, toda la operación se planeó en la ciudad de Bogotá” (Telesur, 2021).

Jordan Goudreau, ex boina verde con experiencia en Iraq y Afganistán, dueño de la empresa Silvercorp y conocedor de la región por haber prestado servicios de “seguridad” en el Venezuela Live Aid, fue invitado a Bogotá donde se planeó la acción. Luego, él y Cliver Alcalá, venezolano radicado en Colombia, enemigo de la revolución bolivariana en que, alguna vez, participó, se trasladaron con el grupo reclutado para realizar el entrenamiento militar en Maicao, municipio costeño de la Guajira.

Dos lanchas se aproximaban a la costa de la Guaira en Venezuela. Una de estas logró desembarcarse en la playa. Ahí les esperaba un grupo de pescadores, milicianos y policías que capturaron a los criminales, colombianos, venezolanos y estadounidenses; otros participantes en el Gedeón murieron en el intento.

El más reciente escándalo entre el paramilitarismo y los grupos opositores, apoyados por los Estados Unidos, fue en el preludio de las elecciones de julio recién pasado. Las Autodefensas Conquistadores de la Sierra Nevada (ACSN), llegaron al país vecino para realizar sabotajes a infraestructura y generar caos en el país para deslegitimar el proceso electoral. En su comunicado, ellos relatan que fueron invitados por sectores de la extrema derecha venezolana quienes contactaron sus unidades en el departamento de La Guajira para hurgar un plan de desestabilización contra Maduro (Perifieria Prensa, 2024).

Hilos insoslayables: Bases militares de Estados Unidos

En todas estas historias, una pregunta ineludible es ¿Cuál es la relación de las bases militares estadounidenses con el paramilitarismo colombiano dentro y fuera de las fronteras?

Desde 2009, a pesar de un fallo en su contra por la Corte Constitucional de Colombia, los Estados Unidos mantienen siete bases militares en territorio colombiano resultado de un convenio firmado entre los entonces presidentes Álvaro Uribe y Barack Obama. El convenio buscaba dar seguimiento al Plan Colombia que se anunciaba como un tipo “Plan Marshall” para el país, pero cuya labor contrainsurgente era evidente.

El acuerdo firmado en 2009 se hacía bajo el argumento de luchar contra el narcotráfico y el terrorismo, entendido como contrainsurgencia.  El primer objetivo se pone en duda, puesto que existen pruebas múltiples en distintos países incluyendo a México, Panamá, El Salvador Nicaragua y Venezuela de la participación de la CIA, en el tráfico de drogas. Además, en el año 2001, la Revista Semana reveló que la empresa DynCorp, contratada por los Estados Unidos para realizar fumigaciones de cultivos ilícitos en Colombia, estaba traficando heroína hacia una base militar estadounidense en Florida (Revista Semana, 2001).

El acuerdo reza, “El Gobierno de Colombia, de conformidad con su legislación interna, cooperará con los Estados Unidos, para llevar a cabo actividades mutuamente acordadas en el marco del presente Acuerdo y continuará permitiendo el acceso y uso a las instalaciones de la Base Aérea Germán Olano Moreno, Palanquero; la Base Aérea Alberto Pawells Rodríguez, Malambo; el Fuerte Militar de Tolemaida, Nilo; el Fuerte Militar Larandia, Florencia; la Base Aérea Capitán Luis Fernando Gómez Niño, Apiay; la Base Naval ARC Bolívar en Cartagena; y la Base Naval ARC Málaga en Bahía Málaga; y permitiendo el acceso y uso de las demás instalaciones y ubicaciones en que convengan las Partes o sus Partes Operativas” (Texto acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos, 2009) El convenio tenía una duración de diez años prorrogables.

Según los Estados Unidos, no existe ninguna base militar suya en Colombia. “Lo que sí hay son bases colombianas con una presencia casi constante de personal militar y contratistas estadounidenses”, dijo a la AFP Adam Isacson, director del Programa de Veeduría de Defensa de la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA). “En ninguna base en Colombia hay un comandante estadounidense, ni se iza la bandera de Estados Unidos”, agregó (AFP, 2018). Una clasificación surrealista de “bases y cuasi bases” y permite una fuerte presencia militar y una política negacionista.

Renan Vega Cantor, especialista en el tema, disiente con los dos datos.

…no son siete. Son entre 40 y 50 bases militares…estamos hablando de localizaciones geo-estratégicas directamente manejadas por personal de los EE.UU. Entonces aquí es bueno plantear una cosa: resulta que cuando se hablaba de las famosas siete bases, que llevaron a que se firmara un acuerdo vergonzoso, el 30 de octubre del 2009, entre Colombia y los EE.UU. resulta que eso fue echado para atrás luego, en términos legales por las cortes colombianas y de ahí en adelante, entonces, aquí en Colombia se dice que no hay bases militares de los EE.UU. Ese es un sofisma, porque Colombia es un país cultor de las formas, y de las formas jurídicas. Entonces, se supone que lo que jurídicamente no existe, en realidad no existe” (Cantor, 2021).

A pesar del fallo de la Corte Constitucional en su contra, el acuerdo se mantuvo porque el entonces presidente Santos explicó que esto no era retroactivo. Sin embargo, quince años después, se desconoce si el acuerdo fue prorrogado, o sencillamente la situación se mantiene por inercia.

¿Cuál es la relación de esta presencia militar estadounidense con la estrategia paramilitar adentro y afuera de Colombia? ¿Es posible que, compartiendo los mismos objetivos, las mismas relaciones y los mismos espacios geográficos no tienen ningún vínculo? ¿Por qué hay tanto silencio sobre algo tan trascendental?

Son preguntas muy difíciles de responder, precisamente porque la estrategia paramilitar tiene en su médula la fusión de lo legal y lo ilegal, lo nacional y lo internacional, la esfera privada y la esfera pública. Pero en este momento histórico, cuando el paramilitarismo se está reconfigurando a nivel nacional, siendo la fuerza armada cuya presencia más ha aumentado durante los últimos años y la privatización del intervencionismo militar sigue en ascenso, son preguntas que deben tener respuestas.

El fondo del lienzo

¿Qué tienen en común todas las gestas militares que cuentan con el apoyo de militares y/o exmilitares o paramilitares colombianos? En 100 % de los casos, esta participación se hace a favor de fuerzas apoyadas, política y/o militarmente por el gobierno de los Estados Unidos. Y en casi todos los casos, se realizan en lugares donde está en juego el control de recursos naturales como tierra, petróleo y gas.

Vega Cantor explica la relación del despliegue del ejército colombiano, con los proyectos de explotación de recursos naturales en el país:

En el territorio colombiano, de norte a sur, hay lo que aquí se llaman “batallones minero – energéticos e infraestructurales”, y este es un dato del 2015, está desactualizado, porque aquí es difícil conseguir información actualizada por lo que significa. En el 2015 se ocupaban 82.000 militares. 82.000 militares: un tercio de las Fuerzas Armadas del ejército colombiano se ocupaban en los batallones minero – energéticos de sur a norte. 

Y qué hacen esos batallones minero – energéticos: pues están a la entrada de una refinería, a la entrada de una mina de carbón, a la entrada de una explotación de oro, de cobre, en un punto fundamental de infraestructura vial, en un puente, etc. (Cantor, 2021).

Podríamos hacer un mapa similar con el despliegue de fuerzas paramilitares colombianos a nivel internacional. En el medio oriente, se encuentra el centro de la disputa por recursos petroleros. Las repúblicas de Donetsk y Lugansk eran el corazón industrial y minero de Ucrania antes de establecer su autonomía, tienen alrededor de 15 % de los yacimientos de litio conocidos en el mundo, al mismo tiempo que son la frontera entre Europa, controlada por la OTAN y Rusia, que hace un contrapeso a la hegemonía de los Estados Unidos. Honduras puede parecer un país menos interesante para la geopolítica, pero sus terratenientes querían proteger a toda costa sus monocultivos de palma africana frente a un proceso de recuperación de tierras en una zona donde los dueños de estas tierras fértiles, la empresa procesadora de aceite de palma y los narcotraficantes se confunden en un solo retrato. El caso de Venezuela con las reservas petroleras más grandes del mundo es parte de este insidioso mapa y su ejemplo de poder popular y anti imperialismo les convirtió en un “peligro” para la seguridad nacional de los Estados Unidos. El caso de Haití es más difícil de ubicar en este mapa, pero es de recordar que la primera invasión de los Estados Unidos a esta isla, en 1914, fue a petición de los banqueros de Wall Street.

Y claro, en algún lugar de este lienzo están las incontables víctimas del paramilitarismo. Hombres y mujeres que han pagado el precio de su rebeldía contra la injusticia, o que sencillamente estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado. Es por ellas y ellos, y por los que podrían evitar un desenlace cruel en el futuro, que debemos responder a las preguntas en el aire y deshilar la máquina de muerte.

Referencias

AFP, C. (12 de julio de 2018). AFP Factual. Obtenido de https://factual.afp.com/existen-8-bases-militares-estadounidenses-en-colombia-es-inexacto

Cantor, R. V. (21 de abril de 2021). School of the Americas Watch. Obtenido de https://soaw.org/colombia-bases-militares-de-estados-unidos-neocolonialismo-e-impunidad

Cantor, R. V. (13 de junio de 2022). Renán Vega Cantor: “Estamos en el tercer ciclo de una guerra que nunca terminó”. (L. Rivara, Entrevistador) ALAI .

Galindo, C. (31 de Agosto de 2023). Mercenarios colombianos en Ucrania: ¿herencia cultural del paramilitarismo? Sputnik Mundo.

Lima, J. B. (13 de abril de 2013). 192 horas con nuestros soldados en el Sinaí. El Tiempo.

López, J. (10 de septiembre de 2024). (A. Cutumay, Entrevistador) inedito.

Mazzetti, E. B. (25 de Noviembre de 2015). Emirates Secretly Sends Colombian Mercenaries to Yemen Fight. New York Times.

Mejía, F. U. (27 de octubre de 2023). Él es el colombiano condenado a cadena perpetua por magnicidio del presidente de Haití. El Tiempo.

Mundo, B. (09 de Octubre de 2009). ¿Paramilitares colombianos en Honduras. BBC News Mundo. Obtenido de https://www.bbc.com/mundo/america_latina/2009/10/091009_honduras_denuncia_paramilitares_mr

Peñaranda, J. O. (09 de Agosto de 2024). El fascismo sionista, Colombia y Venezuela. (Rebelión, Ed.) Obtenido de https://rebelion.org/el-fascismo-sionista-colombia-y-venezuela/

Perifieria Prensa. (10 de julio de 2024). Periferia Prensa Alternativa. Obtenido de https://periferiaprensa.com/las-autodefensas-de-la-sierra-nevada-y-el-plan-de-desestabilizacion-contra-venezuela/

Rendón, J. W. (2015). La participación de Compañías Militares y de Seguridad Privadas (CMSP) en el conflicto armado colombiano (1988-2012). (U. C. ROSARIO, Ed.) Bogotá, Colombia. Recuperado el 14 de Septiembre de 2024, de https://repository.urosario.edu.co/server/api/core/bitstreams/8e7be91a-69c9-47d0-a8f8-0135508d0efa/content

Revista Semana. (12 de agosto de 2001). Mercenarios. Revista Semana.

Telesur. (18 de marzo de 2021). Colombia reconoce que la Operación Gedeón se planeó en Bogotá. Obtenido de TeleSur Noticias: https://www.telesurtv.net/news/colombia-reconoce-operacion-gedeon-planeo-bogota-20210318-0014.html

Texto acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos. (3 de Noviembre de 2009). El Tiempo. Obtenido de https://www.elcolombiano.com/historico/texto_acuerdo_militar_entre_colombia_y_estados_unidos-ALEC_66071

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